Muna: Muna (Limited Edition) (Olive Green Vinyl)

MUNA es mágico. ¿Qué otra banda podría haber estampado el abandonado año 2021 con lentejuelas y pompones, podría haberte hecho cantar (y tal vez incluso creer) "Life's so fun, life's so fun" durante quizás el periodo más problemático de tu vida? "Silk Chiffon", el clásico de culto instantáneo de MUNA con la nueva jefa del sello, Phoebe Bridgers, golpeó el cielo gris de la pandemia de año y medio como un doble arco iris.

Desde que MUNA -la cantante/compositora Katie Gavin, la guitarrista/productora Naomi McPherson y la guitarrista Josette Maskin- empezaron a hacer música juntas en la universidad, en la USC, siempre han considerado el dolor como un elemento de anhelo, una parte del crecimiento y un factor inherente a las experiencias marginales: Los miembros de la banda pertenecen a comunidades queer y minoritarias y tocan principalmente para estos compañeros de viaje. Pero a veces, para MUNA, tras casi una década de amistad y un largo periodo de abnegación pandémica, la nota más radical posible es la de la felicidad. "MUNA", el tercer álbum autotitulado de la banda, es un hito: la obra poderosa, reflexiva y dimensional de una banda que no tiene nada que demostrar a nadie más que a sí misma

El sintetizador de "What I Want" brilla como un himno de Robyn para la pista de baile; "Anything But Me", galopando en compás de 12 / 8, recuerda a Shania Twain en las luces de neón de los años ochenta; "Kind of Girl", con su estribillo de The Chicks, tan lastimero, pide ser cantado en voz alta con tus mejores amigos. El álbum está marcado por una nueva confianza creativa y destreza técnica, tanto en los arreglos y la producción de McPherson y Maskin como en la composición de Gavin, que es tan propulsiva como siempre pero que aquí se abre a nuevos momentos de perspectiva y gracia. Aquí, más que nunca, MUNA aporta sus poderes únicos para atravesar la suciedad existencial y transportarte de repente a un espacio donde todo es posible, un lugar donde la bola de discoteca nunca ha dejado de lanzar chispas a las paredes, donde puedes sudar y llorar y tumbarte en el suelo y besarte con quien sea, donde la vulnerabilidad en presencia de los que te quieren puede hacerte sentir momentáneamente a prueba de balas, y donde la confianza en ti mismo sólo amplifica la ola de alegría.